La naturaleza está repleta de enigmas, que ningún ateísta, alguna vez podrá explicar. Hay una ley de que toda sustancia es expandida por el calor y contraída por el frío. Una de las pocas excepciones es el agua, está al congelarse, comienza a expandirse.
Entonces el hielo se forma encima del agua, en lugar de hundirse en el fondo. Y por eso, en los lugares que sucede ese fenómeno, el fondo no se congela y hay vida en lagos y ríos por más crudo que sea el invierno. Pero ¿quien diseñó esta excepción tan sabía? ¿O ha sido una casualidad?
Al observar el cielo estrellado, la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, nos enfrentamos con pensamientos similares. No podemos escaparnos a la pregunta: ¿De dónde procede todo esto?
¿Cómo explicarnos el origen de la materia? ¿Y qué del origen de la vida, de las especies y del hombre? Debe haber una primera causa. Y esa primera causa se llama Dios. Amigo, el creer en un Dios que no tiene principio ni fin, que con su infinito poder creó todas las cosas, visibles e invisibles, requiere de menos fe, que creer que todo existe por mera casualidad.
Tu hermano en Cristo, Rainner Chinchilla.
Costa Rica 🇨🇷





Esto nos llevó a un punto muerto y descontrol, al no lograr nuestro objetivo. Sin embargo, al llegar al conocimiento de Dios y su Palabra, descubrimos con sorpresa, que Él puede tornar todo para bien, en la medida en que nos sometamos y nos rindamos ante su presencia, porque nos enseña que el camino del Reino consiste en que, “a los que le aman, todas las cosas les ayudan para bien”, Él es capaz de revertir todo lo negativo en bendición y convertirnos en mejores seres humanos que puedan ayudar a otros.
